viernes, diciembre 28, 2007

Futurología, por Luciano Tourn


Y las claves son... planificar, planificar, planifcar...
Esta no es una idea puntual acerca de cómo mejorar la Ciudad. Lo que intento en este post es describir una carácterística que políticos y técnicos debieran tener para que mejore nuestra ciudad. La idea la tomé del Blog de un estudiante, Luciano Tourn. Me tomé la libertad de corregirle varios errores de ortografía y gramática (¡no todos!). El blog es muy recomendable: http://argentomit.blogspot.com/


Monday, July 16, 2007

Futurología?
Imaginate que viene el CEO de la empresa para la que trabajás y te pregunta como marcha la solución del problema grave que te encargó resolver y del cual tu área es responsable, y vos le contestás: 'Ahhhhhh nooo, nosotros no hacemos futurología!'. A nadie se le ocurre semejante respuesta, y si fueras tan irresponsable como para darla, te quedarían los segundos contados en tu puesto. Pero el impresentable Julio De Vido dijo exactamente esto hoy sobre la crisis energetica. Para De Vido, no existe tal cosa como la previción, la planificación, las herramientas de gestión de proyectos, la evaluación de escenarios, nada. En su universo de gestión, el futuro le corresponde a la futurología. Faltas de profesionalismo como éstas no las tolera nadie en la esfera privada. Pero si sos ministro, podés responder así y al mismo tiempo mirar con cara de '¿cómo me vas a preguntar esta pavada?'.


Aclaración: no pienso que De Vido sea impresentable. Creo que el problema es mucho más complejo. Mi punto es que, en Política, hemos olvidado lo que significa planificar a 5 años... de tal forma que hasta comentarios tan torpes ya no son cuestionados (salvo por la única voz crítica que leí en su momento y publico).

Macri... y los No Políticos



Macri es el nuevo Intendente... y si yo fuera de su equipo, le alcanzaría el artículo que escribió hoy Jorge Fernández Díaz, en La Nación.

El día que me sume a la política en una forma mucho más activa, espero releer estas líneas, las siento como "los consejos que querrías recibir de un padrino político para un recién iniciado".




Por Jorge Fernández Díaz
LANACION.com Opinión Jueves 27 de diciembre de 2007



Un gerente piensa que el arte y la política pueden gerenciarse. Así como un editor piensa que hasta cierto punto la vida puede editarse como un diario o un noticiero de televisión. Un viejo editor me dijo alguna vez: “El matrimonio es una larga crisis que se administra. Por más que estemos en el peor momento, un beso antes de dormirse, un beso al despertar y un ramo de flores los domingos. Si usted sabe editar la realidad, puede también editar su matrimonio”. Se refería a la posibilidad de manejar los tiempos y las cosas, desechando lo inconveniente y resaltando lo necesario. Ojalá fuera cierto, pero la verdad es que nadie puede editar la vida, y que es infinitamente difícil gerenciar una pasión. Se la puede administrar, no voy a negarlo. Se pueden hacer negocios editoriales y pictóricos, pero esas operaciones del mercado nada tienen que ver con gerenciar el arte, que está hecho de la materia de los sueños y que es, por lo tanto, ingobernable. No digo que la política sea asimilable a la literatura o a la pintura, pero les aseguro que también es un arte mayor y que su praxis necesita una vocación tan profunda y absorbente como la que se autoimpone cualquier artista verdadero. En veinticinco años de periodismo no he conocido a un solo dirigente de primer nivel que no fuera un animal político. Un hombre sin tiempos libres, un enfermo de la materia que domina. Como esos cracks futbolísticos que al evocar su infancia solamente se recuerdan jugando a la pelota, día y noche, con una de cuero, con un bollo de papel o con una chapita, obsesionados gozosamente por desarrollar su vocación profunda. O como esos adolescentes que, abstraídos, se olvidaban de comer, de estudiar y hasta de dormir tocando como posesos la guitarra o el piano, o dibujando o escribiendo en cuadernos o en reveses de facturas contables. Las vocaciones volcánicas borran al hombre del mundo, ponen en suspenso a sus familias y a las necesidades mundanas, y, como todo acto de amor torrencial, son un acto de obsesión. Nadie llega a la primera fila de las butacas sin ese fuego sagrado. Comparar la política real con la política corporativa de las empresas es, por lo tanto, un malentendido amargo. La política, por más gurúes y politicólogos que valgan, resiste las reglas del management ortodoxo y de la ciencia pura. En el mundo de los negocios, uno más uno es dos. En política, como todo el mundo sabe, no necesariamente dos más dos son cuatro. Toda esta introducción viene a cuento de un hecho indiscutible: la actual oposición tiene entre sus filas a muchos hombres de empresa. Muchachos por lo general bienintencionados que se han pasado, no hace mucho, a la política creyendo que ésta sólo necesita buenos gestores. Los no políticos son hombres de ideología pasteurizada, que igualmente merodean las posiciones de “centro” y el libre mercado, y que han comenzado a meterse en el barro de la historia. A unos, los resultados electorales de octubre los dejaron nocaut. A otros, los pusieron muy nerviosos: deben realizar ahora lo que prometieron en la campaña. Sólo a Elisa Carrió, para la cual hubiera sido una tragedia ganar y tener que hacerse cargo del barco, abandonando los cómodos camarotes de la indignación, este período de cristinismo se le presenta plácido y apetitoso. Los demás, incluso los nuevos referentes de ARI, tienen en la boca el regusto agrio de la decepción y del miedo. No lo dirán nunca en público, pero así están los opositores políticos en la Argentina de hoy. Se sienten, en el fondo de sus corazones, injustamente derrotados por “políticos mediocres” y “burócratas clientelísticos”. Ellos, los príncipes de la nueva política, eficientes y limpios, pasaron por la universidad y conocen el mundo: son muy viajados. “¿Cómo puede ser que nos derroten estos políticos de cabotaje, estos impresentables de siempre?”, se preguntan. Algunos de estos gerentes de la nueva política duermen con la valija cerrada al lado de la cama. Están siempre listos para volver al sector privado rumiando una queja: “Soy demasiado bueno y honesto para la política”. Olvidan que los verdaderos militantes políticos no tienen dónde volver, porque pertenecen, en cuerpo y alma, a la lucha política. Porque no podrían hacer otra cosa, porque nacieron para eso, porque quemaron las naves. Un gerente es demasiado cerebral y tiene demasiado “sentido común” para quemarlas. Un militante se mide no por cómo reacciona ante una victoria, sino por cómo se recupera de las derrotas. ¿Se recuperarán estos muchachos o tomarán la valija y volverán, sanos y salvos, a casita? Necesitan un examen profundo para entender lo que les ocurre. Son amateurs jugando a ser profesionales. No dominan del todo la materia y, en el fondo, la desprecian un poco. Toda la nueva oposición está llena de estos personajes tiernitos y bienintencionados: aves de paso queriendo comerse crudas a las fieras. No se le puede enseñar política a un negado, así como no se le puede enseñar música a quien no tiene oído. Entender la política, entenderla de verdad, es un don: se tiene o no se tiene. Es un saber que no se adquiere en los libros ni en los claustros. Se adquiere en la calle y con las entrañas. Pero el ser humano desarrolla las habilidades que necesita, de manera que no todo está perdido. La nueva oposición está llena de sordos y zoquetes. Hay muy pocos afinados y casi ningún oído absoluto. Pero tiempo al tiempo. Luego, por supuesto, está todo ese asunto de los personalismos. En la Argentina, todo gira en torno de tres o cuatro dirigentes que lucen bien en los programas del cable, que suelen ser bastante autoritarios dentro de sus propios partidos y que no saben adónde van. Quiero decir, parecen poseer grandes convicciones y son buenos “tribuneros” (no deberían quejarse tanto del atril, porque ellos lo llevan incorporado), pero carecen de paciencia y flexibilidad para armar partidos políticos consistentes, con alas izquierdas y derechas, con democracia interna y participación. Descaradamente personalistas, un día tienen tres millones de votos y otro día no tienen nada. Poseen una extraña alergia, que les contagiaron los encuestadores y la “opinión pública” más ramplona de los contestadores automáticos de las radios, que consiste en creer que toda alianza es la Alianza, o sea, un rejunte invertebrado e incoherente que fracasa gobernando. Y también que todo pacto político es el Pacto de Olivos, es decir, un contubernio para repartir favores. Pero hagamos nombres propios: si Carrió y Ricardo López Murphy hubieran entendido de verdad la política, habrían recreado el espacio histórico electoral de la Unión Cívica Radical. Pero como no la entienden, terminaron en esta nada insípida, inodora e incolora, oposición para la gilada televisiva, que no puede juntar porotos y que no logrará ponerle freno a la hegemonía. La Alianza era una bolsa de voluntades dispersas y el Pacto de Olivos era un contubernio, pero el peronismo es una bolsa del mismo estilo, aunque verticalista cuando se juega en serio, y el Pacto de la Moncloa era, al fin y al cabo, un acuerdo político, aunque con buena prensa. Algo tiene para enseñarle el oficialismo a la oposición. Para empezar, su voluntad de poder. El peronismo no tiene un puñadito de dirigentes destacados: tiene cien candidatos potables en las gateras, con ganas de comerse la cancha. No es dogmático y principista: acoge en su seno a hombres ubicados en las antípodas ideológicas, aunque dispuestos, por las buenas o por las malas, a aguardar su turno y a trabajar coordinadamente cuando la tormenta arrecia y cuando el que manda tiene claro el horizonte y buena sintonía con la mayoría electoral. Casi nadie, por cuestiones del pasado, queda fuera del colectivo, y nadie se rasga las vestiduras por hacerse amigo de un enemigo de antes, o por codearse con un dirigente que piensa el país desde la otra orilla. El radicalismo posmoderno tuvo estómago delicado, y así lo pagó. No pudo tolerar las diferencias internas y expulsó de sus filas a los opuestos, que a su vez se transformaron en estómagos delicados incapaces de digerir las mínimas discrepancias. Y así hasta el infinito. Es decir, hasta la atomización y la anécdota. Como la izquierda argentina, una diáspora interminable y minoritaria con dirigentes inflexibles que se pelean por palabras vacías. Sin dominar la materia, sin vocación ni visión política, sin sentido común, sin pragmatismo y sin humildad, sin capacidad para acordar lo mínimo ni para construir una idea, la oposición se juega en una comuna, es decir, en una baldosa. Hasta Néstor Kirchner está decepcionado de la oposición. Admite, a regañadientes, que ninguna democracia exitosa económica e institucionalmente prospera con partido único y sin alternancias ni bipartidismo. Sabe que, si no evoluciona por afuera, una oposición de centroderecha surgirá tarde o temprano del propio peronismo y que sobrevendrán como siempre la crueldad, el destripamiento, la lucha sin cuartel y la amnistía y, al final, la cohesión. La guerra peronista hace temblar a los peronistas que detentan el poder, porque saben que del otro lado no hay muchachos testimoniales con la valija armada al lado de la cama, sino políticos con hambre que quieren cambiar la historia. Sólo se cambia la historia con ese apetito insaciable, con esa pasión que un frío gerente no puede gerenciar. Tal vez ni siquiera pueda comprender. La nueva política no puede madurar en manos de los no políticos.


Para quién quiera saber más del autor... acá una mini biografía:

sábado, agosto 25, 2007

Declarar compra/venta

Esta idea la saqué leyendo una nota de congresistas en Alaska que compraron propiedades sin declararlas.

La idea es simple: si sos funcionario público de la Ciudad de Buenos Aires, cada vez que compres o vendas un inmueble, tenés que declararlo. El alcance podría ser incluso mayor, superado un monto de egreso o ingreso, aunque fuera para hacer un viaje. Hoy en día podría ser de $10,000 o $15,000. Con eso se incluirían las compra de autos, ingresos por "asesorías", lobby...

No estoy seguro de la forma de instrumentarlo, pero acá va una idea. Que cada funcionario tuviera su perfil dado de alta en una sección de transparencia de la página web de la Ciudad de Buenos Aires, donde pudiera acceder y registrar sus movimientos.

Las multas yo las haría proporcional al monto no declarado. Por ejemplo: del 30%.

Y facilitaría un sistema de reportes para que periodistas, ciudadanos, etc. pudieran visualizar los nuevos movimientos sin tener que revisar funcionario por funcionario.

Como siempre, hecha la ley, hecha la trampa. Me imagino que más de un funcionario daría de alta una sociedad anónima desde la cual manejaría sus operaciones declarables.... entonces lo más simple sería que tenga que declarar de qué empresas es accionista (al menos en un 5%).

Todas estas medidas deberían aplicar para el funcionario y su pareja.

Más información:
http://www.pgr.gob.hn/ley%20contra%20el%20enriquecimiento%20ilicito.pdf (ley mexicana)
http://alegislativo.bcn.cl/alegislativo/pdf/cat/lext/2394-07/367.pdf (decreto argentino 2004)

domingo, marzo 04, 2007

"Convivios" y otras actividades necesarias para diputados y senadores...


Conocí a una chica que trabaja para la Cámara de Senadores mexicana. Más bien, trabaja para los senadores panistas.
A diferencia de Argentina, donde cada senador tiene una buena cantidad de empleados, en México cada partido comparten estructura. No sé cuántos senadores tiene el PAN en este momento, pero pueden ser unos 20. Ellos cuentan con un par de secretarias, asesores, etc.
En el caso de mi amiga, ella se encarga de llevar su agenda, comida (utilizan un comedor del senado), viajes, etc.
Hace poco me contó que organizó un "convivio" de 2 días en un muy lindo hotel a 200 km del Distrito Federal para todos los senadores y algunos funcionarios panistas de primera línea. La idea del convivio era debatir ideas, armar un plan de trabajo... ¡y convivir!
Desconozco como lo manejamos en las diferentes cámaras de diputados y senadores en Argentina, pero pensé que sería una opción muy válida organizar este tipo de reuniones al menos una vez al año, no para un partido en particular, sino para la cámara entera; que peronistas, radicales, seguidores de Carrió, Macri, socialistas... tuvieran que convivir por un par de días en un lindo paraje, discutir ideas para su distrito por algunas horas, y conocerse mejor el resto del tiempo. Me imagino que se dividirían en grupos según edades e intereses (en vez de partidos políticos), estarían los que juegan al truco, al fútbol, los cinéfilos y los que disfrutan de una buena charla con o sin mate... y creo que eso tiraría muchas barreras de comunicación abajo para escucharnos, que es uno de nuestros peores males argentinos.
A nivel nacional, lo imagino cada año realizándose en una provincia diferente, donde los anfitriones intentan superar el convivio de la provincia anterior.
Seguramente no faltaría quién se queje de que fondos públicos se utilicen para actividades de este tipo, pero eso se puede resolver pidiendo colaboración al sector privado de turismo principalmente .
Tal vez te parezca una propuesta demasiado banal, pero de verdad entiendo que no nos sirve de nada quejarnos como ciudadanos del nivel de nuestros políticos, hay que apoyarlos para que realicen su trabajo de la mejor forma posible, porque ya vimos que el "que se vayan todos" no sirvió de nada. Siguen los mismos. Por eso creo que lo mejor es invertir en ellos, brindarles mucha capacitación (cursos, viajes a otros distritos y países para ver cómo resuelven los mismos problemas en otros lugares... ), fomentar una cordialidad interpartidaria para que, a la hora de votar proyectos, actitudes como "no dar quórum" o simplemente ponerse en contra sin proponer se volvieran menos frecuentes.
¿Porqué no institucionalizar cursos de inglés, oratoria, derecho, ONGs, ética... ? Creo que instruirlos llevaría a comprometerlos más con su trabajo y deberes como funcionarios.
La mayoría de los diputados y senadores no llegaron a su cargo por entender ni siquiera las nociones básicas de la administración pública, y sin embargo la necesitan si queremos que su trabajo sea eficiente. Repito: no nos sirve quejarnos, hay que ver cómo sacar el mayor provecho.
Lo ideal sería contar con una plantilla de profesores de primer nivel, de la UBA y las mejores universidades, que pudieran armar cursos y talleres entretenidos donde además de instruir fueran formadores de opinión. Por ejemplo, si hay que debatir una ley de seguridad, ¿qué mejor que traer a los mejores profesionales a que compartan su visión del problema y soluciones? Sería una excelente forma de influir en el resultado de dicha ley.
Mi ecuación sería algo así como: Educación = Conocimiento = Compromiso = Orgullo por lo que uno hace.
En fin, hay mucho por corregir en mi post, y por completar, ojalá ayude a crear un debate...

El voto por internet


Lo acabo de leer en www.elpais.com. Sé que no es una opción para hoy en la Ciudad de Buenos Aires, pero si no se planifica, nunca lo va a ser. Ya es la 2da ocasión que pongo a Estonia como ejemplo a seguir...


Estonia, pionera mundial en el voto por Internet
Los ciudadanos sólo necesitan un ordenador capacitado para leer electrónicamente el documento de identidad, la firma electrónica y la contraseña
EFE - Moscú - 04/03/2007

Estonia se ha convertido en la pionera mundial del sufragio por Internet, al incluir esta modalidad en el sistema de votación anticipada. Además, el país báltico celebra las primeras elecciones parlamentarias tras su ingreso en la Unión Europea y la OTAN. Uno de cada treinta estonios con derecho a voto, el 3% del censo electoral, votó a través de un portal de internet habilitado para la ocasión, según datos de la Comisión Electoral Central de Estonia. Los ciudadanos sólo necesitan un ordenador dotado de un lector electrónico de datos que pueda leer el documento de identidad, una firma electrónica y una contraseña.
Entre los que hicieron uso de la innovación tecnológica se encuentra el actual primer ministro y líder del Partido de las Reformas, Andrus Ansip. Estonia probó el sistema de voto por internet en las pasadas elecciones municipales de 2005 y esta es la primera vez que se utiliza en unas elecciones parlamentarias.
Según la ley electoral, los ciudadanos que hayan votado por internet tienen derecho a "recapacitar" y pueden acudir a los lugares de votación a marcar las tradicionales papeletas, en cuyo caso el voto electrónico queda anulado.
La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), que observa los comicios estonios, expresó que el voto por internet plantea dificultades para su supervisión. Sin embargo, para la mayoría de los expertos estonios, así como para la Comisión Electoral Central, el voto por internet es fiable. El argumento en que apoyan esta confianza es sencillo: si el 82% de los estonios tramita la devolución de impuestos por internet y confía a este medio sus operaciones financieras, no hay motivo para que no le confíen su voto.